
¿Alguna vez has pensado en cómo puede influir la forma en que te alimentas con tu rendimiento, con tu agilidad mental, la forma en que fluyen tus ideas, tu concentración laboral y cómo está tu energía durante el día?
Pues hoy te comparto, que, así como siempre se dice que debemos cuidar nuestra alimentación y hacer ejercicio para estar saludables y obtener todos sus beneficios, así mismo afecta directamente nuestro desempeño mental.
Sí, es cierto que también la falta de sueño o la desmotivación causan descensos en nuestro rendimiento laboral, pero la nutrición también juega un papel clave.
Muchas son las actividades diarias que realizamos que demandan una gran concentración, aún cuando la actividad no es física, cuando se pasan muchas horas detrás de un escritorio, leyendo o frente a la computadora, el cuerpo (en especial, el cerebro) necesita la energía adecuada para alcanzar un óptimo rendimiento.
De nuestra alimentación, aproximadamente dos tercios de la glucosa (azúcar) que ingerimos va destinada de manera exclusiva a cubrir las necesidades de nuestro cerebro. [No toda fuente de glucosa es buena, aquí entra en juego el tipo de carbohidrato que consumimos, si es simple (refinados) o complejos (arroz, pasta, avena etc) y estos tienen un efecto completamente distinto en nuestro cuerpo, humor, y funcionamiento hormonal].
Existen alimentos que nos ayudan a potenciar esa productividad mejorando nuestra eficacia en el trabajo, aumentando la concentración y energía en nuestras tareas cotidianas, y ayudándonos a disminuir el riesgo de sufrir fatigas, accidentes o enfermedades como la diabetes, hipertensión o hipercolesterolemia (aumento del colesterol), entre otras.
Volviendo a nuestro cerebro, imagina el siguiente escenario: tu cerebro siempre está “encendido”. Él se encarga de los pensamientos, de los movimientos, tu respiración, los latidos de tu corazón, tus sentidos, trabaja 24/7, aun cuando dormimos. Esto quiere decir que tu cerebro necesita un constante suministro de gasolina para funcionar (así como los carros). Esa gasolina proviene de lo que comemos, y el contenido de esa gasolina va a marcar la diferencia. Lo que comes afecta la estructura y el funcionamiento de tu cerebro, y a la larga, también tu humor.
Así como un vehículo costoso, tu cerebro funciona mejor cuando recibe gasolina premium, por esto los beneficios de una ingesta de alimentos de alta calidad que contengan innumerables nutrientes, minerales, vitaminas y antioxidantes que nutran el cerebro y lo protejan del estrés oxidativo (esto es como el desperdicio de los radicales libres).
El estrés oxidativo es un término asociado a las células y a la acción de un radical libre que le afecta.
Los radical libres son moléculas responsables de alterar los sistemas biológicos provocando la aparición de enfermedades o acelerando el envejecimiento. Se originan entre otras razones por el tabaco, la contaminación, la mala alimentación o, lo más normal, es que lo produzca el propio metabolismo.
Una ingesta, basada en gasolina ‘no muy buena’ como la procesada o alimentos refinados, llegan al cerebro y este tiene poca habilidad para deshacerse de ellos. Una alimentación alta en azúcares refinados es dañina para nuestro cerebro, de manera resumida y puntual, estos empeoran la regulación de la insulina, promueven la inflamación y el estrés oxidativo. Muchos estudios han encontrado una correlación entre una alimentación alta en azúcares refinados y una función cerebral deteriorada e incluso un empeoramiento de los trastornos del estado de ánimo, como la depresión.
Y tiene sentido, si nuestro cerebro, que es la real maquinaria, carece de una alimentación de alta calidad, si los radicales libres andan sueltos o células que están dañadas andan corriendo libremente en nuestro espacio cerebral cerrado, pues debemos esperar consecuencias.
Por ejemplo, si ingieres comida rápida muy a menudo, reemplazas comidas por café, te alimentas con muchos dulces, no comes hasta llegar a tu casa, es muy probable que tus niveles de concentración estén muy por debajo de lo normal.
Mi invitación hoy es a tomar acción, una buena alimentación ayuda a tu propia motivación personal, a prevenir los accidentes, los decesos prematuros y a incluso reducir los gastos médicos que se producen de hábitos diarios de baja calidad.
Recomendaciones:
Comer de manera consciente. No comer mientras se hace otra cosa. Así como sacamos tiempo para bañarnos y cepillarnos, y mientras hacemos eso no hacemos otra cosa, pues nuestra alimentación es igual. El hábito alimenticio debe ser realizado de manera más adecuada, tomándose el tiempo correspondiente para estar saludable.
Lo más importante es llevar una alimentación variada y equilibrada, sin excesos. Recuerda que nuestros resultados (como todo en la vida) son producidos por acciones repetidas en el tiempo, y esto aplica 100% a nuestra salud y hábitos. Y te dejo con esta pregunta: ¿Qué te está funcionando de tus hábitos nutricionales actuales?
Empieza a prestarle atención a cómo la ingesta de diferentes comidas te hace sentir. Intenta disminuir los alimentos procesados por un tiempo, y luego empieza a introducir poco a poco y evalúa cómo te sientes.
Evita los extremos:
Alimentación hipocalórica – restrictiva: esta te lleva a ingerir menos calorías de lo que necesitas, generando irritabilidad, mal humor, disminución de la concentración, y altera tu ambiente hormonal, lo que muchas veces detona los antojos o ‘cravings’ que resultan en atracones.
Alimentación monótona: esta provoca aburrimiento, inapetencia, y la falta de micronutrientes esenciales (vitaminas, minerales) pueden desencadenar algunas condiciones de salud.
Alimentación hipercalórica: que usualmente está acompañada de muchos alimentos procesados, alta en azúcar refinada (muchos dulces), grasas saturadas (aumento el deterioro cognitivo a medida que vamos envejeciendo).
Sé que a veces puede sonar cliché, y entiendo que no todos somos creativos al alimentarnos, no se sabe cómo combinar alimentos, cuál es la porción adecuada según mi demanda, lo que mi cuerpo necesita, no conocemos cómo funciona nuestro cuerpo ni nos hacemos conscientes de lo que está pasando, ni las consecuencias de la vida tan rápida que llevamos, por eso mi recomendación siempre será, que dejes de tirar patadas voladoras, y así como buscas acompañamiento profesional en tus procesos pues lo mismo aplica en la salud. Y OJO, no hay que ser científico de la nasa, con que introduzcas amplia variedad (muuucho color) de frutas y verduras, carnes magras, buenas fuentes de grasas como frutos secos (nueces, maní, almendras), aceite de oliva, aguacate, pescados, carbohidratos complejos (arroz, avena, pasta, pan), lácteos bajos en grasa según tu tolerancia, buen consumo de agua, legumbres (granos como habichuela, lentejas, garbanzos etc), pues tus bases estarán cubiertas.
Si necesitas un empujón u orientación en este tema, porque no sabes cómo empezar o tienes alguna condición de salud que puede mejorar a través de tu alimentación (que son prácticamente todas), contáctame, yo feliz de apoyarte y acompañarte a mejorar tu calidad de vida a través de tus decisiones.
